Los invitamos a escuchar y comentar estos podcast:
Blog de la asignatura Taller de Expresión Oral y Escrita, que se imparte en el primer semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UNAM.
sábado, 29 de septiembre de 2012
La vida imaginaria
Los invitamos a escuchar y comentar estos podcast:
miércoles, 26 de septiembre de 2012
No hable: toque, pinte, dance o actúe
¿Qué
opinan de este texto de Carolina?
No
hable: toque, pinte, dance o actúe
Rosa
Carolina González Romero
Soñar implica entrar en un mundo
individual, personal y único. Cuando estoy dormida o sueño despierta, tengo en
la mente un lienzo en blanco. Soy capaz de pintar con ayuda de la imaginación
cuevas oscuras, anchísimos mares, ciudades ruidosas y todo lo que quiera.
Alguna vez tuve un sueño que recuerdo bien. No es como los demás que
llegan y se van fugazmente al abrir los ojos. Mi utopía es el arte y mi sueño
es mi utopía.
De la oscuridad de mi sueño emergió un escenario iluminado como en el teatro.
Lo admiré curiosa y también a la pareja que en él esbozaba movimientos de danza
ágiles y graciosos. Intenté hablar y decirles lo fascinada que me sentí al
verles bailar, pero de mi boca no salían las palabras…
Después me encontré en una plaza
al aire libre, en donde estaban reunidas muchas personas. De repente apareció
en las manos de cada uno de ellos un instrumento musical diferente. Cuando los
ahí reunidos tomaron conciencia de que poseían una guitarra, una flauta, una
trompeta o un violín comenzaron a tocar melodías improvisadas. Pero la belleza de
los acordes y arpegios era tal que la piel de mis brazos se enchinó tanto o más
que cuando hace un frío despiadado y se lleva puesto sólo un suéter delgado.
De nuevo intenté expresar lo que sentí al escuchar a la improvisada
orquesta, pero de mi boca no emanaba siquiera un sonido ahogado.
No sé cómo llegué a la orilla de la playa y me volví sensible a todo lo
que estaba a mi alrededor: los sonidos, la textura de la arena y el olor a sal.
Estaba leyendo y las páginas del texto me habían transportado vívidamente a
donde menos pensaba.
Entonces no quise hablar. Entendí que ya no estaba en un mundo regido
por las palabras,
sino que ahí todo lo que se quisiera
comunicar se hacía por medio de la expresión humana, la artística. No hacía
falta nada más.
El cuerpo es el instrumento del artista. Su voz estremece, sus manos
crean, sus pies flotan y, como resultado, su obra final transmite. Ya sé por
qué no necesité de las palabras, porque en mi utopía el lenguaje se resume en
la esencia del humano: el arte.
Al fin y al cabo, es nada más un sueño.
Por la puerta grande
¿Qué
les parece esta descripción de Monse?
Por la puerta grande
Monserrat Alejandra Ortiz Quezada
Lucía
entró por la puerta grande. Avanzó por el jardín de árboles secos, cruzó por la
fuentecilla abandonada y se postró frente a la fachada principal, amplia y
lúgubre. Empujó con su fuerza inquebrantable el portón de madera ocre y
descubrió la sala principal: un sillón con funda grisácea al fondo, y frente a
él una mesita de cristal redonda. La luz helada del atardecer penetraba por los
muros de cristal que se hallaban detrás del sillón.
Se detuvo a
mirar algunos rincones de la casa: las flores envejecidas en la mesa de centro,
los vidrios estrellados, las paredes descarapeladas, la humedad paulatina de
las puertas y los armarios de madera roída. Ahora lo sé: si no la percibíamos,
era por el sonido casi imperceptible de
la levedad e ingravidez de sus pasos.
Cuando entró al comedor, sus pupilas negrísimas se
dilataron con la blancura imperturbable de los muros. Ya todos estábamos
preparados: el café caliente sobre la mesa, el mantel floreado, el azúcar, los
cigarros, el tequila y los vasos. El aire fresco de tarde penetraba por todos
los rincones de la casa, y en ese sitio nos sentíamos congelar. Ella, en
cambio, ya no sentía el frío.
El calor que emanaba la voz dulce de Lucía hacía
retorcer a la tierra. Se reía como quien reza una oración antes de dormir. Me
gustaba, y más por las cosas frívolas y llenas de sentido que le gustaba decir:
que nuestro presidente en turno era un
pendejo y no tenía valor humano, o que los pobres podían salir de su penosa
situación si así lo quisieran.
Ese día cenamos con ella en la mesa de invitados. Le
gustó mucho el café que preparó la abuela, porque dice que lo hizo con el
corazón en la mano. Le puso el tazón entero de azúcar, diciendo que ella
siempre fue muy dulce. Tomó su taza y bebió lentamente, sin despegar los ojos
de la escarpada pared del fondo, como si pudiera ver lo que había detrás de
ella. Su presencia fue muy natural: como la del viento húmedo, de las lloviznas
de octubre o del sol a quemarropa de las doce. Sorbía lentamente, como quien
mira llover, mirando al frente y sin apuros, con la mirada perdida y las manos
feroces jugueteando con la cuchara.
Se sentó en el lugar del abuelo, mientras él estaba
acostado en su hamaca, durmiendo la siesta de las cuatro; con los lentes caídos
en el pecho y el periódico abandonado en el piso de tierra humedecida y
piedritas que lastimaban los pies descalzos de los desprevenidos. Y ella, en
plena merienda y sin turbarse, confesó amar al abuelo. Lo dijo de manera
natural y sin traspiés, como quien dice amar un libro, amar un fetiche o amar
el olor de la tierra.
Lucía, envuelta toda con un vestido largo, de un
negro elegantísimo que cubría la esbeltez de sus piernas. Tenía la piel
adherida a los huesos puntiagudos, con las marcas inexorables del tiempo sobre
la cara, las manos y el cuerpo. Mujer de talla chica y mirada nostálgica. El
mechón de cabello canoso que resbalaba sobre su cara no podía ocultar la belleza
de sus grandes ojos fijos, que se imponían a pesar de las huellas del tiempo. Su altivez y marca personal de triunfo y seguridad
no se veían opacadas por nada ni nadie.
Contó que había conocido a mi abuelo hacía cuarenta
años, y que ahora regresaba sólo para verlo morir. No pedía nada más.
Axolotl
Ena leyó un cuento de Julio Cortázar que quiere compartir con ustedes. ¿Qué
opinan de la descripción que hace el autor? Aquí está el link:
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Sabines
En esta entrada proponemos la observación y la escucha de
la lectura en voz alta que hace el poeta mexicano Jaime Sabines (1926-1999) de
“Los amorosos”. ¿Qué pueden comentar del ritmo y la entonación de su lectura?
¿Consideran que es importante que un comunicólogo lea poesía? ¿Por qué?
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