¿Qué
les parece esta descripción de Monse?
Por la puerta grande
Monserrat Alejandra Ortiz Quezada
Lucía
entró por la puerta grande. Avanzó por el jardín de árboles secos, cruzó por la
fuentecilla abandonada y se postró frente a la fachada principal, amplia y
lúgubre. Empujó con su fuerza inquebrantable el portón de madera ocre y
descubrió la sala principal: un sillón con funda grisácea al fondo, y frente a
él una mesita de cristal redonda. La luz helada del atardecer penetraba por los
muros de cristal que se hallaban detrás del sillón.
Se detuvo a
mirar algunos rincones de la casa: las flores envejecidas en la mesa de centro,
los vidrios estrellados, las paredes descarapeladas, la humedad paulatina de
las puertas y los armarios de madera roída. Ahora lo sé: si no la percibíamos,
era por el sonido casi imperceptible de
la levedad e ingravidez de sus pasos.
Cuando entró al comedor, sus pupilas negrísimas se
dilataron con la blancura imperturbable de los muros. Ya todos estábamos
preparados: el café caliente sobre la mesa, el mantel floreado, el azúcar, los
cigarros, el tequila y los vasos. El aire fresco de tarde penetraba por todos
los rincones de la casa, y en ese sitio nos sentíamos congelar. Ella, en
cambio, ya no sentía el frío.
El calor que emanaba la voz dulce de Lucía hacía
retorcer a la tierra. Se reía como quien reza una oración antes de dormir. Me
gustaba, y más por las cosas frívolas y llenas de sentido que le gustaba decir:
que nuestro presidente en turno era un
pendejo y no tenía valor humano, o que los pobres podían salir de su penosa
situación si así lo quisieran.
Ese día cenamos con ella en la mesa de invitados. Le
gustó mucho el café que preparó la abuela, porque dice que lo hizo con el
corazón en la mano. Le puso el tazón entero de azúcar, diciendo que ella
siempre fue muy dulce. Tomó su taza y bebió lentamente, sin despegar los ojos
de la escarpada pared del fondo, como si pudiera ver lo que había detrás de
ella. Su presencia fue muy natural: como la del viento húmedo, de las lloviznas
de octubre o del sol a quemarropa de las doce. Sorbía lentamente, como quien
mira llover, mirando al frente y sin apuros, con la mirada perdida y las manos
feroces jugueteando con la cuchara.
Se sentó en el lugar del abuelo, mientras él estaba
acostado en su hamaca, durmiendo la siesta de las cuatro; con los lentes caídos
en el pecho y el periódico abandonado en el piso de tierra humedecida y
piedritas que lastimaban los pies descalzos de los desprevenidos. Y ella, en
plena merienda y sin turbarse, confesó amar al abuelo. Lo dijo de manera
natural y sin traspiés, como quien dice amar un libro, amar un fetiche o amar
el olor de la tierra.
Lucía, envuelta toda con un vestido largo, de un
negro elegantísimo que cubría la esbeltez de sus piernas. Tenía la piel
adherida a los huesos puntiagudos, con las marcas inexorables del tiempo sobre
la cara, las manos y el cuerpo. Mujer de talla chica y mirada nostálgica. El
mechón de cabello canoso que resbalaba sobre su cara no podía ocultar la belleza
de sus grandes ojos fijos, que se imponían a pesar de las huellas del tiempo. Su altivez y marca personal de triunfo y seguridad
no se veían opacadas por nada ni nadie.
Contó que había conocido a mi abuelo hacía cuarenta
años, y que ahora regresaba sólo para verlo morir. No pedía nada más.
Muy bueno me gusto, no se torna aburrido y pesado, y la verdad me encantó el final, como empieza con la descripción la va desarrollando y termina con esa frase de que ahora regresaba sólo para verlo morir. Buen texto, buena redacción
ResponderEliminarMonse escribe muy bien, tiene una muy buena sintaxis y hace muy amena la lectura de su texto. Me gusto mucho como ca describiendo tanto el lugar como a la mujer y creo que eso le da un sentido muy definido al texto. En general me parece muy bueno y también interesante, nada aburrido.
ResponderEliminarme pareció un texto muy bueno porque al principio describe detalladamente el lugar, y a los personajes que hizo que me los pudiera imaginar, pensé que era como de miedo por el aspecto físico de la casa, pero después me dio ternura al ver que era la historia de la abuela con su abuelo.
ResponderEliminarTexto bien escrito, bien estructurado,bien logrado. Monse describe bastante bien y claramente todos y cada unos de los componenetes del escriyto. Buenas metaforas, bonito escrito.Excelente descripción.
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